
Los monasterios hicieron posible el resurgimiento del teatro, tomando como base la tradición griega. Restauraron la gran tragedia griega, dándole un sentido por completo cristiano. La Biblia tenía que darse a conocer y que mejor manera que difundiéndola por medio de la representación, manera fácil de entenderla, puesto que la mayor parte de la población era analfabeta. Puede ser que las primeras representaciones teatrales hayan sido los Tropos, una tanda de preguntas y respuestas entre el sacerdote y los fieles durante las fiestas patronales.
A falta de espacio dentro de las iglesias, se vieron obligados a cambiar de locación, ya que la audiencia aumentaba cada vez mas; primero se movieron a los pórticos y después a las plazas respectivas de las iglesias.
Las puestas en escena cada vez eran más elaboradas pero un tanto raras para el público; el área de la representación estaba bastante levantada, separada del público por una barrera. El decorado presentaba todos los lugares donde la acción debía irse desarrollando, estos lugares tenían el nombre de Sede o Mansión y cada uno poseía su propio Telón. Unas telas de fondo cerraban el horizonte del teatro.